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Andres Vancook

Se dice que Dios abrió las aguas del mar, mientras Moisés y un fuerte viento del este eran sus herramientas para conseguir el milagro, permitiendo a los hebreos cruzar el camino sin peligro.

El agua es un poder natural que nos hace dependientes y una calamidad cuando aparece en forma de Tsunami.

Se dice que las aguas están turbias cuando se hace analogía a que hay problemas, confusión, posible riesgo para el humano.

Se dice que el agua potable del mundo se está acabando, y hasta donde la ciencia nos enseña, no podríamos sobrevivir con toda esa agua salada que nos convierte en un planeta azul.

Se sabe que el mal nos invade en el México hermoso que sufre por la violencia, evidenciando la peor de las vulnerabilidades al conocerse las cifras de feminicidios. Una palabra cada vez más común, la cual se vuelve una dolorosa conversación casual, aunque son más de diez mujeres asesinadas por día.

Diez mujeres que son parte de una triste historia de violencia contra el género femenino, del desprecio a la vida y de la falta de amor.

Brutal, es un descontrol que afecta a mujeres adultas, adolescentes y niñas por igual. Mientras que en las noticias escuchamos que en algunas zonas del país se venden y cambian niñas por ganado, como parte de los que llaman usos y costumbres de algunas comunidades, nos ponemos de espalda a todo y seguimos esperando que no nos toque. Si, que no nos toque le pedimos al mismo Dios que ignoramos al voltearles la cara, ese Dios que abre mares deja un hueco en nuestras mentes, porque no puedo entender que nos pasa, que pasa, que está ocurriendo en tantos corazones oscuros. Diez mujeres quienes son parte de la historia de diez asesinos, diez hombres que con desprecio y total frialdad terminan con diez vidas por día.

Normalizamos todo y buscamos como sociedad algo que nos haga sentir mal, como por ejemplo ver un video de unos jóvenes matando a un perro con un palo, o clavando a un gato a una madera. Porque eso nos hace sentir peor que las diez niñas y mujeres abusadas y violentadas hasta la muerte. Mejor de eso no hablemos que es feo. FEO.

Normalizamos porque si entendemos lo que está pasando en esas vidas violentadas, las cuales llegan a sus últimas horas después de haber vivido el terror, no podemos comprender de qué color está el agua que tenemos en nuestro vaso. Ser conscientes de eso, nos haría tan mal humorados y paranoicos que posiblemente no dejaríamos a nuestras mujeres de la casa salir solas.

Hasta los peores asesinos son padres, hermanos, pareja, amigos, hijos de una mujer. Pero a esos tiranos no les importa ninguna plegaria ni tienen clemencia. Las lágrimas de dolor los hacen fuertes y la cobardía los hace mortalmente peligrosos. La mente de un enfermo psicópata que lleva a una mujer indefensa a pedir clemencia antes de ser estrangulada, acuchillada o violada, está tan dañada que no puede diferenciar del bien y el mal. AUSENCIA.

El que pega a una mujer siempre lo hará, porque es algo que sí lo hizo lo tiene asumido en su ser, posiblemente heredado o adquirido por malas costumbres. TIRANO.

No hay cárceles suficientes para tantos asesinos de mujeres, no hay suficiente castigo para el que viola o asesina a una niña, ni hay castigo que llene el vacío que deja uno de esos diez asesinos en los diez hogares que se destruyen por día en la tierra bendita que las vio nacer. Cualquier trato que te molestaría que lo ejerzan con tu madre o tu mujer debe ser visto como una agresión y cuidado por la sociedad que componemos. TODOS.

Ver un video de una mujer gritando por ser agredida sexualmente por un enfermo en un camión urbano, mientras un grupo de hombres y mujeres miran por la ventana o con suerte miran por encima del hombro me muestra que descompuestos que estamos, que falta de amor al prójimo, a la vida, a la mujer.

Ver que se ataque la intelectualidad de una mujer o se haga mofa de su físico en redes sociales es tan común que me pregunto:

¿Qué se siente al no sentir dolor?

La violencia no siempre se puede resolver usando comprensión. Si somos tan tolerantes o indiferentes es porque no nos toca a nosotros. Porque el dolor no lo sentimos, solo lo vemos como si fuera una pantalla blanca llena de letras que no alcanzamos a leer. ¿Si la mujer del camión, la que se para y grita a un hombre que sacó su miembro para tocarse frente a ella fuese tu hermana, tu madre o tu hija, te sería tan indiferente?

Pues es imposible que las tengamos bajo nuestra protección todo el tiempo, por eso debemos trabajar unidos, solidarios, teniendo en cuenta que una mujer puede ser víctima de tanta injusticia que no podríamos hacer una sola lista. No es lo mismo una mujer que un hombre, no estamos socialmente siendo tratados de la misma manera, aun no llega el tiempo en el cual somos iguales en todo sentido, aun no.

No faltarán “hombres” que al leer esto se pronuncien sobre la violencia de las mujeres contra los hombres. Mi pensamiento siempre ha sido que quien justifica la violencia contra la mujer o busca igualarla, trae un serio trauma sobre hombros y no se tentaría en lo más mínimo en darle un golpe y una pada en la cabeza a una mujer.

Leer un comentario que inicia con “Esa vieja es una…” ya nos habla de los complejos y la mala educación. Quizás suene anticuado, pero siempre escuche que a la mujer se le respeta. Esa vieja es una mujer y podría ser tu madre.

La violencia es violencia, pero aquí vengo a levantar la voz por esas diez mujeres que son asesinadas por día, no de otra cosa. De las trecientas mujeres asesinadas al mes y de las casi cuatro mil asesinadas al año.

¿NORMAL?

Tenemos que ser poquito más empáticos, si de cada cuatro idiotas impulsivos hay uno que pueda generar conciencia y frenar un acto de violencia, ya es ganancia.

A ti mujer te invito a que te unas a más mujeres y que busques ayuda si eres víctima de violencia. A ti hombre te invito a que seas uno de esos cinco, el que hace la diferencia. Si Dios abrió el mar a través de un hombre, pido de rodillas que nos de la sabiduría para poder encontrar una salida entre todos a este laberinto de violencia, injusticia y muerte. Pido a Dios les de paz a todas esas que perdieron la vida, a las familias que las buscan porque fueron secuestradas, que les de fuerza e inteligencia para lidiar con el descuido de un mundo tan hombre.




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