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Un año raro, unificador, mundial. Lleno de emociones grises y con falta de oxígeno. Este es un año generacional-mente recordable, de pruebas, de terror y humor negro por parte del destino.


Estamos intoxicados, perdimos mucho del encanto de aquel 2019 que aún se mantenía en la ola de la estupidez y lo banal, sumergiéndonos en una falsa sensación de libertad por medio de las mismas redes sociales que nos encarcelan en la soledad de estar con un celular.

Tic toc y tantas otras porquerías inundaron los espacios y la necesidad de protagonismo que había sido abrumada por las noticias malas. Los nuevos canales que aparentemente son “NECESARIOS” para la expresión de las nuevas generaciones llegaron a todos. Sin saber si es monetizable todo sube sobre ese globo que muy pocos entienden como negocio.

Los artistas fueron llevados por la avalancha de la desgracias del distanciamiento social. Los cines quedaron sin oxígeno mientras que las plataformas digitales levantaron el pecho y se mostraron como plumas de pavo real.


Todo esto pasando a gran velocidad mientras el 2020 se desliza como huevo en aceite, sin tener importancia las fechas patrias, los ciclos escolares ni ninguna otra celebración. Un año sin peso, donde algunos se aferraron a presumir fotos de algún viaje sin chiste o de alguna graduación desangelada. Porque a eso nos estábamos acostumbrando, a la superficialidad del ego necesitado.


Egos hambrientos pidiendo a gritos un like para sobrevivir o morir en depresión.

La depresión se fue apoderando de los huecos de la vida. Nos creímos especiales y trascendentes hasta que el presente sin magia nos dijo hasta aquí. Quédate en casa. Y te quedaste sin preguntar.


Mucha estupidez, mucha magia de circo barato. No dio el tiempo de prepararse, solo fue una asquerosa manera de conocer la realidad de una manera simple.

Estoy convencido de que este virus fue plantado para cosechar victorias a mediano plazo y sembrar hegemonías económicas. Siento que fue una mezcla de resentimiento y castigo por los últimos movimientos económicos que habían escupido en la cara a ese Gobierno Comunista de la China que no pensaba aguantar mucho tiempo sin desquitar su odio por Norte América. Los daños colaterales no importaron, porque ellos como creadores de manuales de guerra entienden perfectamente que son necesarios e imposibles de evitar.


Gente tienen de sobra, por lo tanto debían mandar al frente de batalla a unos cientos de miles no sería mayor problema para tender el mantel para el banquete de la venganza.

Perder económicamente no era alternativa incluso en el peor de sus escenarios. Tenían listo millares de mascarillas N95 para mandar a donde sea necesario. Los respiradores artificiales debían estar en el menú de “AUXILIO” lo que les dejaría un poco más encubierta la maldad. Olvidando los aranceles recientemente puestos por EEUU a las ventas de acero, a las fuertes restricciones a las marcas, a la discusión del alcance de las redes de telecomunicaciones. TODO FUE SUMANDO PARA CAER EN UNA RESTA PERFECTA.


China hizo esto posible, seguramente tenían en sus planes un inicio un desarrollo y un final. Expandirse por Europa mientras lo hacían ver como un problema lejano, para caerles con la penetración estudiada y diseminada para que sea algo INCONTROLABLE.


New York, fuertemente golpeada por dos aviones vuelve a ser el blanco donde marcar la victoria para sus enemigos. Como presagio de cientos de películas de Hollywood donde siempre toman como epicentro de las aventuras a la GRAN MANZANA.


Thriller… la música perfecta para soundtrack de lo que resta del año, mientras en China mide con estadísticas los golpes y consecuencias de los sismos inyectados en los Estados Unidos de Norteamérica. Seguramente los comunistas al mando esbozan una sonrisa mientras hablan en chino sobre sus próximos pasos y alianzas con Rusia.

Suena muy conspirativo, lo sé.


Nosotros seguiremos este show de máscaras cubriendo bocas, tapetes sucios que supuestamente sanitizan y la esperanza de una vacuna para eliminar el problema A, mientras esperan para darnos el B, C y sucesivamente hasta que se les dé la gana o logren sus objetivos.


Poniendo en duda el comunismo que se mezcla con el autoritarismo que los caracteriza y toques de economía seductora que los potenciaría a ser los numero uno, derribando al dólar que tanto odian y apoderándose de todo.


Qué horror ser dependientes del gobierno de China, ni los chinos logran libertad en su tierra, imaginen nosotros que les importamos menos que humanos.


Lo que nos queda es caminar sin miedo y ser aquellos seguros que siempre respetaron cero las reglas de higiene colectiva y muchos decían como chiste que eso nos daba inmunidad.




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