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El arte puede ser un camino, el deporte otro, la lectura, escuchar, aprender, tener pequeños nuevos caminos que nos abran la mente.


Tocar un instrumento que nos motive a seguir aprendiendo, un idioma que nos permita comprender otras perspectivas del mundo o una sociedad. Historia de una sociedad que apareció y desapareció estando en lo más salto de su importancia.

Practicar un deporte en solitario o en grupo, que nos genere movimiento y energía extra mientras se convive y te puedes divertir.


Soy mal deportista lo digo y lo repito. Pero imagina que diferente sería no sentirnos mal por estar usando el sentido común. Dejar de ver el sábado y domingo como días libres, intercambiar pláticas de quesito y pancito por algo de filosofía y crecimiento espiritual.


Claro, todo viene de algún lado y como lo repetí varias veces, lamentablemente eso no lo enseñaron en la escuela.

Todo lo demás quizás tampoco, pero si lo llegamos a escuchar de nuestros padres, familia y hasta de la misma maestra.


Hace poco me tocó escuchar a Gris compartirme que una tarea virtual de las que se entregan a los niños en pandemia, se trataba de hacer un video en Tic Toc. ¿Entiendes el grado de estupidez y exposición de la misma que nos ataca?


La maestra pidiéndole a una niña de 5 años que mande un video de Tic Toc a un grupo de Whastapp donde otras 30 personas almacenarán ese video, el mismo que a su vez pueden guardar y almacenar o compartir. En tiempos donde la seguridad de los menores es básica, mientras nos enfrentamos a una era digital de ciber crimen y enfermos mentales sedientos de material de menores.


Un video de Tic Toc de 15 segundos donde un menos se expone y se comienza a viralizar puede ser un golpe increíblemente delicado en la vida de una persona. Solo la estúpida idea debería ser digna de enojo, pero en una sociedad donde lo importante es hablar de la salecita que se le pondrá al sándwich, sin duda hablar de pedófilos, de problemas de ciber acoso, de lo peligroso que es mostrar tu casa en un video que mandas a una maestra que no razona que ese video irá a los celulares de madres y padres desconocidos entre sí, los cuales no son los niños de la clase.


Quienes a su vez tienen intereses y pensamientos de toda índole. Es un PELIGRO EXTREMO. Si un video así es un RIESGO INNECESARIO para un niño que solo espera hacer la tarea que le plantea su maestra.


Hablar de esto hasta pena puede llegar a dar. ¿Cómo voy a hablar de ciber acoso y de pedófilos en nuestra sociedad con mis compañeros de trabajo?


Sin duda es más sencillo hablar de que vamos a almorzar o de lo chistoso de un video de Tic Toc.


Si nosotros, todos, desde la educación y el sentido común comenzamos a hacer la diferencia y cortar un poco las líneas de comunicación huecas, poniendo poquito de amor en una mejor sociedad para todos, aportando un granito de arena que nos aleje del amarillismo, podremos hacer que poco a poco dejemos de sentirnos incómodos hablando de las cosas que verdaderamente importan y nos pueden salvar de entrar en vacíos existenciales. En tiempos de suicidios colectivos y tanta escasez de amor, inteligencia colectiva y sentido común, estas palabras pueden ser agua para la tierra seca.


Imagina que hermoso será cuando estemos sobrados de todo esto bueno, cuando la plática suba de nivel, cuando las maestras entiendan que la tecnología se debe usar con sentido común “cuando los comportamientos erráticos como el de la maestra no nos hagan dudar de su estado de salud mental” y cuando estemos compartiendo información de valor, digna de compartir. Estaremos quizás usando el sentido común de manera más habitual.


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