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Derruir es una palabra que no suelo usar mucho, de hecho, cuando la escuche hace poco me fui directamente a buscar su significado:


“Hacer caer al suelo un edificio u otra construcción.”


Después de leerlo se me vinieron a la cabeza muchísimas cosas, quizás porque creo que la pandemia nos vino a derrumbar los edificios del ego, de la fantasía superflua, de la tontería, del falso sentimiento de aceptación. El ego desmedido que estaba siendo devorador de sentimientos.


El mundo es simple, la vida es simple, tanto que se sabe el final al momento de su inicio. Tanto que nos regala arte y no comprendemos el verdadero valor de eso hasta que no lo tenemos presente.


El valor de la música, del aroma, de la creación del hombre en todas sus expresiones cuando transmite emociones a otro ser. Ahí radica uno de los dos secretos de la felicidad.

El amor es el primero o quizás el segundo pero es el otro en la lista. Vimos derruir todas las sociedades al mismo tiempo en este suceso histórico que nos golpeó como bola de acero. Todo hizo silencio, todo se rompió en mil pedazos y quedamos mirando los restos sin saber que había pasado.


Tal como me imagino las grandes explosiones, ensordecedoras, rápidas, confusas. Un día escuchamos sobre un virus y al otro sobre la pandemia, al otro las restricciones y al otro día ya no nos dábamos la mano. Todo cambió en un día el cual espero se revierta.

Vemos como sombras los recuerdos de hace poco, los momentos en los cuales los estadios estaban llenos, las fiestas eran ruidosas y los gritos de libertad se hacían presentes en todos los festejos del mundo. Las manifestaciones, los gritos, los abrazos, todo terminó.

El arte y el amor no podrán perder su brillo nunca, son eternos. En ellos se conserva nuestra historia y nuestro legado como humanos. Incluso ante la muerte, la que nos escupió en la cara de la manera más soberbia y despiadada. Nos llegó una ola de partidas tan triste que aún no terminamos de recoger los platos rotos.


Pero tengo mucha fé. La humanidad ha salido adelante incluso ante las peores guerras de varios años, las bombas atómicas, las pestes y epidemias. Volvimos una y otra vez a crear, a dar amor y a recoger los pedazos que dejaron esas penosas páginas de historia.

Creo que esta guerra biológica también será superada, creyendo que fue otro ataque por soberbia y poder, sé que no será eterna. Que saldremos adelante, que nos vamos a dar la mano con fuerza, que suenen las palmas. Que estaremos en un concierto o mirando un deporte juntos. Que los teatros y los cines no mueran. Que los hospitales se vean vacíos.

Que lo único que veamos derruir sean viejos edificios abandonados, dejando espacio y sueños para los arquitectos con ganas de construir.




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