Has dos tiempos, el tuyo y el de la persona con la que cruzas tu camino. Normalmente pensamos en nuestro tiempo, es una manera egoísta de visualizar la vida, porque la mayoría de las cosas que ocurren casi siempre involucran a otros seres humanos.
Cuando pensamos en tiempo lo resumimos por error en nuestro tiempo. Vemos nuestra infancia, nuestro presente y pensamos en nuestro futuro.
Esta regla casi siempre se rompe cuando se trata de ver por nuestros hijos y nuestros padres, pero me centraré en darte esta flecha y una pequeña referencia que aprendí hace un tiempo.
Teniendo en claro de que el fin de toda vida es vivir y en el caso de los hombres y mujeres se trata de la búsqueda de la felicidad. Ser felices la mayor cantidad de tiempo posible es la meta, por eso trabajamos, estudiamos, dedicamos tiempo a practicar un deporte o una actividad recreativa. Queremos ser felices, auto complacernos en todo aquello que nos da placer. Buscamos llenar esos vacíos que deja todo lo demás para llegar a la alegría de un momento.
Somos más fuertes mentalmente cuando aceptamos el presente y nos refugiamos en el sabiendo que es corto, muy corto. El tiempo es pasajero y no nos permite retenerlo de ninguna manera, por eso es un recurso limitado que tenemos que administrar de la mejor manera.
Nuestro tiempo es medible pero no dimensionado. No podemos saber cuánto significa un minuto en la vida de nadie, aunque si podemos cronometrarlo.
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