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Hoy, dar like significa bien hecho, te apruebo. Estamos en tiempos donde decir llámame, depende de comprar tiempo y aire y tener tiempo libre. Donde la ausencia de llamadas el día de tu cumpleaños se cambia por un comentario o un mensaje por inbox, sabiendo que el mismo sistema le notificó de tu fecha. Donde una pandemia nos dijo que abrazarnos y darnos la mano es un riesgo, un estornudo es un arma cargada y la muerte es cosa común.

Nosotros somos esa gente que aún está presente y solomos decirle esa gente. Cuantas veces decimos la gente hace o dice quedándonos aparentemente fuera de la culpa, de ser señalados.


Ser esa gente es entender que somos nosotros.


Nos cuesta tomar las riendas de cualquier cosa porque el cambio se saltó varias generaciones. Todo se mezcló como nunca antes y hay una falta de orden y valores desmedidos.


Puede que el panorama se vea desalentador, lo es en cierta manera, pero está latente la oportunidad de un ajuste completo del sistema.


No tenemos un rumbo fijo mientras avanzamos con la misma ropa que teníamos confundidos. Los expertos con datos viejos bajo el brazo y los jóvenes ignorando los viejos libros de pensadores que ya habían diagnosticado la subida y la bajada.


Es fácil de entender, estamos metidos en medio de un embudo que está dejando caer más agua de la que normalmente caía. En todos los campos de la vida se aceleró el deterioro de todos los sistemas, quedándonos en un retraso inminente en muchos campos básicos para el crecimiento.


Desde la educación que se paralizó y trató de sacar la parálisis con sistemas mal armados, en medio de una falsa sensación de modernismo regalada por la sobrepoblación de contenidos y participación en redes sociales.


Escuchamos estadísticas de todo menos de la realidad, del ser, de la desgracia que muchas veces se ignora desde un mundo insensiblemente político. Donde el populismo da gotas de esperanza mientras toman el control militar de pobladores, a la vez de que se juega a ser Dios pidiendo devoción a cambio de merecer una vacuna, que permita seguir viviendo.

Somos nosotros no aquella gente.


Somos todos los que estamos menos los que ya se fueron para siempre. Esos que partieron sin decirles adiós. Porque de eso se trata esta guerra sucia que iniciaron por poder, por ventas, por control. En la cual no se puede apuntar con el dedo al culpable porque es el mismo que te brinda la solución. O por las buenas o nada.


Nosotros somos esa gente que cambió, que está adolorida y simula sonrisas en plataformas digitales. Somos los que estamos asustados pero los que controlamos a los matones con un voto. Somos esa gente.


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