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Soy un idealista, quizás por ser parte de una generación que nació en medio de la cultura pop y las comunicaciones digitales. Esa sobre carga de información que recibimos los de los 80 es tan densa y tan diversa que puede decirse que somos una generación multicolor. Tenemos todos los elementos para entender y a la vez confundirnos con facilidad.


Vemos el día y la noche casi con la misma claridad y podemos escuchar mucho más lejos que nuestras generaciones predecesoras. Los medios de comunicación mutaron a la vez de que la cercanía se hizo presente, cambiando la magia y la visión Hollywood de las cosas por REALIDAD.


Vimos llegar de manera casi nativa todo junto, las computadoras, internet, los celulares, la realidad aumentada y virtual, la música gratis y con catálogos interminables, los videos de alta definición a elección del usuario, la lectura por medio de pdf, en fin, todo lo que tenemos apareció como un flash en cuestión de un par de décadas para dejarnos parados y envueltos de todo.


Conocimos la búsqueda de amor digital y los amigos que aparecen como una notificación, mientras que los velorios y deseos de cumpleaños se manifiestan en redes sociales. Nos alejamos, partimos la comunicación familiar entre datos y conectividad, mientras nos desconectamos.



Los valores, la inmunidad sentimental quedó presente en todos a causa de tanto contenido informativo, tanta cruel realidad expuesta.

Es lógico que seamos una generación sin tantos líderes, porque la identidad quedó aplastada en el sándwich de la generación de papás marcados por la época de la libertad y el nacimiento de las drogas. Donde el sexo aún era un parámetro de poder y determinación. Donde el dinero era físico y los lujos eran un fin.



Ahora todo cambió, y ante el panorama incierto de donde vamos a llevar o dónde querrán llegar los niños del presente, con todo un mundo de posibilidades y limitantes, de fragilidad espiritual y aceptación por miedo a la exposición. Ellos serán los abuelos del futuro que suplirán a este presente lleno de confusión, la cual espero no heredemos.


Porque hay que recordar que venimos de una era de tabús, de represiones, de vergüenza, de respeto y de algunos pocos valores familiares que se pueden rescatar, aun y con todo lo que comente anteriormente. Que Dios nos ilumine y en medio de guerras químicas y pandemias dirigidas. Pido sabiduría para tener las justas palabras para sembrar algo cada día mejor.


Mi deseo como padre y parte de los responsables de formar y dirigir mis hijas por un buen camino es tener la claridad y sabiduría (y responsabilidad) de hacer las cosas dedicando el tiempo, el sentido común y el amor necesario.


Gracias por leerme. Te invito a seguir mi instagram @andres.vancook





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