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El Covid nos enseñó que la vida es corta, las puertas se cierran y nos encierran como si fuésemos delincuentes. Que todo es muy delicado y peligroso de tocar. Que el tiempo se puede perder rápido mientras antes pensábamos que estábamos relajados sin hacer nada.


La vida pasa en un ratito y lo aprendí en un aeropuerto cuando conocí a un cantante que no me dio un autógrafo. Pero hoy lo recuerdo y le agradezco.


Nos vamos a aferrar a la vida. Ese momento nos llega a todo y es cuando nos despertamos de la somnolencia de la costumbre. Todos somos maravillosos, tenemos luz, tenemos vida y oportunidad. Es una realidad que muchas veces pasamos por infiernos, caminando por brasa, donde algunas situaciones o personas nos pueden arruinar.

La vida es fuerte, difícil, larga y cambiante pero hay que vivirla lo mejor posible.


La vida es un segundito y se nos va. Raro no, te decía que es larga y te advierto que marcha rápido. La vida es una hermosa contradicción en sí misma. Nos da día y noche en un mismo día. Nos deja despiertos y nos obliga a dormir misteriosamente todos los días.

Descubrimos curas, inventamos cosas, avanzamos en muchos aspectos pero no podemos romper el curso del tiempo.


Debemos alejarnos de muchas cosas para ser felices. Incluso cuando estamos seguros en un sitio a veces lo mejor es estar lejos para acercarnos a nosotros y nuestro motivo real de vida.


En aquel 2011 estaba en un aeropuerto de paso entre un sitio y otro cuando caminaba por los pasillos luminosos de la espera, cuando veo a lo lejos a esos artistas, con sus guitarras en la espalda, la luz que suele iluminar a los que tienen mucha luz. Mirando con mucha atención pude ver entre la gente a un hombre con mucha barba canosa, desalineado, despeinado.


Reconocí que era el cantante de JARABE DE PALO, Pau Donés.


Para mí era una estrella que me hizo cantar mil veces LA FLACA, una de las estrellas que marcó mi adolescencia cuando aun MTV era el canal que hacía la diferencia, ver ese canal de cable era lo más cool del mundo en esa época en la cual los MP3 y Youtube no era cosa común.


Realmente no sabía el nombre del cantante, pero si me podía declarar fan, porque su música estaba muy presente en mi mente. Esta situación que te cuento solo fueron unos segundos, el tiempo que le lleva a una persona caminar 40 metros. Ahí estaba dirigiéndose directo al área de la zona de espera para subir al avión.


Esos segundos en los cuales recuerdo que busqué algo para retratar el momento. Tenía un celular con cámara, por lo que me dirigí directo al grupo de personas que caminaban en manada rodeándole (imagino que eran músicos).


Me acerqué caminando a su paso y trate de darle la mano, no lo conseguí. Me miro un par de segundos, fue incomodo porque miró mi mano donde tenía el celular listo para tomar la foto. Le pregunté si podía tomarme una foto con él y me dijo que no. Fue raro, pero el momento difícil lo comprendí a la perfección, no había tiempo porque ese era su tiempo. La estrella que admiraba y sigo admirando estaba cansado seguramente después de algún concierto la noche anterior. Dirigiéndose al viaje de otro show en alguna otra ciudad o quizás otros país.

No se veía como lo recordaba en el video clip de LA FLACA, pero era la estrella y quería verlo al menos un segundo más porque se trataba de darle una forma real a ese artista que muchas veces canté y soné en la radio.


Completamente entendible, me quedé con un pensamiento en mi mente, entendí que esas cosas son así. Es parte del show y no debe cambiar, es lo que hace a las estrellas tener su lugar, viajeros del mundo que ven miles de caras y dejan su casa para complacer a tantos otros que como yo escuchamos y vemos su arte a lo lejos.


Hoy me enteré que murió y me dolió. Escuché su álbum recién salido a la luz y escuché un ramo de letras de alguien que se aferra a la vida con fuerza, como marinero en medio de la tormenta, en un mar picado, tambaleándose mientras toma con fuerza los barandales para no caer al mar oscuro.

Me enteré de su muerte y recordé aquella mañana muy temprano en un aeropuerto de México, en el cual tomábamos dos rumbos diferentes pero nos conocimos en persona y jamás nos volvimos a ver.


Escuchando ese último disco escuché esperanza y miedo, tranquilidad y sabiduría del que sabe que se acerca el final.

En estos momentos es difícil no pensar en lo corto del cuento y lo divertido que debe ser el relato. La vida se trata de conocer y que a veces no te den la mano. Porque esas historias se cuentan tan interesantes como las historias donde te podrás sacar la foto que quieres.


La vida avanza y se juntan las historias de nacimientos y muertes. Donde a veces das un abrazo felicitando y otras dando las condolencias. En tiempos de crisis y pandemia se hacen más frecuente los lazos negros en los perfiles de las redes sociales. El tiempo no para y se leen muchas despedidas y agradecimientos.


Aquellos segundos en los cuales Pau caminaba con su chamarra verde estilo militar se me vienen a la mente como los segundos de una película que corre en cámara lenta. Hasta de recordar siendo la vergüenza que sentí al tratar de acercarme. Y me siento orgulloso de haberlo intentado, porque puedo decir que toque el brazo de alguien que me inspiró. Esos momentos son raros, pero son únicos, porque te permiten contar historias.


Las historias que cuentes en tu camino son todo lo que hay, porque el dinero solo se cuenta en números pero no en amor. Las anécdotas son flechas que pegan y se quedan clavadas, no desaparecen ni se deterioran como las cosas.


Recomiendo escucha LA FLACA, esa canción que cada vez que la escucho me siento junto al mar, en una playa relajado, mirando una película de esas que son agradables, que desconectan del mundo cotidiano y le dan un sentido romántico al existir.


No tengo la foto pero tengo un recuerdo.

Recomiendo la última canción que promocionó este músico que abandonó el mundo el día de hoy, se llama ESO QUE TU ME DAS. Dedicada a mi compañera Gris y mis amadas hijas.


Mi respeto y admiración por el artista.

Pua, QEPD


Fragmento de nuevo libro

Andrés Vancook


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